domingo, 5 de julio de 2009

Mi amor adolescente

Los ojos azules de aquel muchacho ahora hombre, me atormentaron durante toda mi adolescencia y juventud.
Esperaba en vano algún dejo de interés, alguna miga de amistad, algo que le diera esperanza a mi sufridos días, ésos en que lo único que hacía era pensar en él. Leyendo poemas, escuchando temas de Zeppelin, mirando películas difíciles y dramáticas, llorándome la vida por un amor imposible, sabiendo o pensando que esos amores son los únicos verdaderos.
Con el tiempo lo fui olvidando, o al menos eso quiero pensar. La vida me fue dando y quitando, como a todos los humanos; y sólo por la sencilla razón de que los dos seguimos viviendo en el mismo lugar, pude ver a su esposa e hijas, las vi crecer, al principio fue difícil, ver de lejos el agua que uno no puede beber, aunque muera de sed. Después, mi amor o mi pasión fue menguando y logro verlo, ya con canas él, yo me tiño; y sucede un extraño milagro. Las mariposas con alas de gillette ya no están en mi estómago, ya no sufro al verlo en el súper con sus niñas.
El tiempo, esa maldita daga, pasó, y lo que para mí era cuestión de vida o muerte pasó a ser una parte del paisaje.
Es doloroso sentir pasar la vida y enterarse que uno no muere de amor.
El amor muere, y queda ese cariño a los momentos se vivieron con angustia y emoción. El corazón nunca más volvió a latir como a los quince, cuando el se acercaba con sus tremendos ojos revoleando la negra melena.
Me pregunto si alguna vez volveré a sentir sensaciones así, creo que no, crecer trae consigo el descreimiento en el amor, ese amor de los quince.
Además tenemos los pies tan sobre la tierra que parecen enterrados de no moverse.