domingo, 31 de mayo de 2009

Levantarse de la cama

De vez en cuando me levanto con un pensamiento en la mente ( generalmente está vacía la mayor parte del tiempo ), " tengo que luchar el día ", y si bien la palabra tal vez no sea la adecuada, es la que tengo. Porque tengo que luchar, desde que salgo de la cama, hasta que vuelvo cansada a ella por la noche. Enfrentarme al frío, a los colectivos que no paran, a la gente maleducada, a la máquina de café de la oficina, que justo cuando llego yo traga la moneda. Levantarme esperando que mis animalitos no se enfermen, que durante el día no me duela la cabeza, o por lo menos no tanto, que mi jefe no me rete y mis compañeras no pongan " esas caras", esperar que se acredite la plata en el banco y no suceda nada raro, que los subtes no hagan paro y que no se me queme la cena. Rogar que mi estómago no sucumba a las tentaciones, por lo menos por hoy, como dicen los que se rehabilitan.
Pero también, aunque no sé porqué aparece después y un poco más desdibujado el pensamiento de las alegrías que me esperan a través del día. El beso de la persona que amo, el café caliente, el llamado de una amiga, una flor inesperada, ir sentada en el tren¡¡, mi gata ronroneando en mi cama, y el hermoso recuerdo de alguien que amo y se fue, pero que cada día siento conmigo en cada gesto que hago y de vez en vez me saca una lágrima.
Para eso también lucho el día.
Por todo eso, y por supuesto por milagros más grandes que uno espera, me levanto; también para ayudar a alguien que pueda, aunque más no sea con una sonrisa, un abrazo o un alfajor.
Me ha costado mucho levantarme en los últimos años, pero si no fuera porque alguien me espera sería imposible.
Y aún cuando no me esperen, para sentir la fría lluvia del invierno que me hará disfrutar mucho más cuando llegue a casa.

domingo, 17 de mayo de 2009

Nos siguen dejando solos


Gracias y hasta luego ¡¡¡

miércoles, 13 de mayo de 2009

Amigos

Trato de cuidar a mis amigos, a los pocos que me quedan que parecen serlo. Pero se torna difícil, cuando un amigo tiene un problema, uno trata de ayudarlo si puede, dar una mano, una palabra y hasta a veces animarse al agravio del consejo del que piensa que sabe y tiene derecho porque conoce la persona y la situación.
Entonces nuestro amigo puede enojarse porque uno se mete donde no le importa, o puede elegir no darnos cinco de bola, generalmente los amigos que nos quieren no dejan de ser amigos porque tratemos en vano de arreglar sus vidas con soluciones sacadas de las vidas nuestras.
Nos dicen una y otra vez, "son mis hijos", "mis padres", "por más que quiera no puedo hacer nada", "tendrías que estar en mis zapatos". Y tienen toda la razón. Porque, con qué autoridad, por más amor que uno sienta por esa persona, y por más que se la conozca y se sufra por ella; puede uno ir y tratar de arreglarle la vida con nuestras soluciones ideadas desde una perspectiva extraña, desde algo que no se vivió o no se vive.
Se puede apoyar, abrazar, dar palabras de amor y mucho cariño, pero si nuestro más querido amigo decide seguir poniendo los dedos debajo del martillo, lo hará a pesar de nuestras súplicas o consejos o explicaciones de lo que esto puede causarle. Porque después de todo, es su vida, es su dolor y son sus amores.
Y además porque lo más probable es que en su lugar yo hiciera lo mismo, y no tomara opiniones ajenas y siguiera soportando un dolor por tal o cual razón.
No por todo esto deja de dolerme terriblemente la mirada tristísima de una amiga que no encuentra la salida, y se aleja de mí y de todos.
Para salvarse hacen falta dos manos, una que tire y la otra que se agarre.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Mi ser

El ser que se me parte en dos o más pedazos, que trato de juntar con las manos y volver a pegar pero el rompecabezas nunca me vuelve a dar la imagen primera.
El dolor que sigue adentro mío, conmigo, que no puedo o no quiero dejar ir porque es algo seguro, las personas se van, el tiempo pasa, uno envejece pero sigue pegado a uno, es confiable y a veces tangible, o sino porqué vemos tantas personas autoflagelándose de distintas maneras, sólo para sacar afuera un poco del dolor que hay dentro.
Sé cuáles son los pedazos dispersos los puedo identificar, incluso sé su número y color, lo que no puedo es ordenarles que se peguen de nuevo tal como estaban, será que no soy la misma y tengo que aprender a vivir con pedazos dispersos, algunos que no van a volver jamás, será que tengo que tratar de seguir respirando sin pensar en el dolor y pensando más en el aire que entra en mis pulmones, frío y puro y nuevo.
Duele crecer, crecer es decirle adiós a las cosas que amamos, a lo que sabíamos que éramos una vez, y ya no somos, porque como dice el tango " somos la mueca de lo que soñamos ser "·
Saltar al vacío sin paracaídas, entrar al agua sin salvavidas, eso es crecer, no tengo en claro si es evolucionar, supongo que en algún sentido lo es, aunque cuando miro mi vida en retrospectiva tiendo a dudarlo tanto y prefiero el dolor.
Mis pedazos, mi vida, mis recuerdos y colores, tal vez, dentro de treinta años aprenda a extrañar los que ahora forman parte de mí, si aprendo una vez, a hacerlos míos, tal vez no a amarlos pero a acariciarlos y moldearlos un poco a mí manera, para que no me cueste tanto como me cuesta.