lunes, 19 de octubre de 2009

Destino sin suerte

La gente dice que la vida tiene altas y bajas, idas y vueltas, que no hay que amargarse en época de vacas flacas porque ya vendrán tiempos mejores, y otras tantas (in)sensateces que andan pululando en el imaginario popular. En mi propia experiencia la época siempre ha sido mala, siempre con la vista clavada en el fondo del canasto, mirando la esperanza, que en algún momento pareció hacerme un guiño; tengo treinta y nueve, ya no le creo ni a la esperanza, ni a nadie más.
Alguien dirá por ahí que tal vez es una actitud cómoda, que jamás hice nada por cambiar las cosas, que me falta , que tengo que creer en mí, he escuchado tantos discursos de gente tan diferente que ya no los puedo diferenciar. Pero se equivocan, nadie más que yo ha tratado, ha martillado rogando a dios, ha probado distintos caminos, ha perseverado y nada, en absoluto, mi sino no cambió jamás.
También está aquéllo de que tus pasos están marcados, me negué a creerlo durante mucho tiempo, pero después tuve que aceptar que cuando las cartas están dadas y te tocaron las peores, aunque juegues perdés, podés tratar de divertirte jugando, pero si durante la partida interviene la muerte, el dolor y el abandono ya no es divertido, y te cansás, tanto que querés que se termine rápido, que no dure más.