viernes, 30 de enero de 2009

Pequeñas delicias

Un gorrión bañándose en un charquito, un lejano olor a jazmines cuando empieza el verano, la cola de tu perro moviéndose cuando llegás a tu casa, mirar las nubes acostada en el pasto, la lluvia de verano y el olor que le da a la tierra.
Pequeñas delicias que nos regala la naturaleza, diariamente, sin pedir las gracias, sabiendo tal vez, que no las vamos a saber apreciar hasta que no estén ahí; como la sonrisa de tu viejo, a la que estás extrañando en este momento.
Todas esas cosas y otras, más complicadas que aprendemos a amar, conforman nuestra vida y nos dan esa cosa que algunos llaman felicidad, sin las que no podemos vivir, pero que nunca les prestamos demasiada atención, porque siempre estamos ocupados pensando en otra cosa.
Nunca apreciamos la rosada puesta del sol porque estamos muy ocupados en llegar sentados en tren a casa, leyendo el trabajo que tenemos que entregar mañana. Así pasamos un montón de horas, días, años, sin levantar la vista, y cuando lo hacemos, no es tarde, pero caemos en la triste cuenta de que no lo vamos a disfrutar como antes y que no están a nuestro lado ni la mitad de las personas que amábamos y que hubieran disfrutado con nosotros; porque no es ningún descubrimiento, que la felicidad nunca es a solas, sino que es compartida.
No se disfruta de la más mínima brisa de aire de primavera, si a nuestro lado no hay alguien a quien mirar y sonreir por ese regalo.

1 comentario:

alma dijo...

dany..si vos no disfrutas de tu propia compania..como esperás que alguien lo haga?.
solo tus ojos ven lo que ves, solo tus sentidos lo perciben y dos personas pueden ver algo totalmente distinto aunque esten mirando una misma cosa... el tren de la vida tiene asientos individuales.
Cuando aprendas a ganarle a la soledad, quiza llegue el resto de la gente y te adelanto que es una lucha mano a mano...
perdón si fui dura, cada vez que entro a tu blog me estoy preguntando si habras levantado el animo.
saludos!